
Floto en la noche oscura desnuda,
con los ojos cerrados,
me cubre un manto de estrellas.
La luna llena a mi espalda
hace que mis ojos miren hacia atrás
observan un punto en la parte inferior del cráneo,
donde casi comienza la espina.
Desde aquí hacia ese punto,
en el éxtasis de la contemplación,
percibo un triángulo de luz blanca.
la luna llena me calma
Se abre una ventana radiante
gorda la luna blanca
mana su flujo y me penetra
Entra en mi craneo
baña los órganos que me habitan.
Riega, la leche de luna mi cerebro, mis ojos, mi boca
la luna llena en la garganta
el nectar blanco desciende y moja mi pecho
mis vísceras,
se extiende en mi útero, la Amrita
recorre las piernas y arrastra el deshecho consigo.
Ese líquido de luna, esa leche asciende, me inunda
y se lleva toda la miseria.
El río lunar permanece dentro, mientras hay dolor
luego se marcha:
sale de mí para mezclarse con la noche azul
y yo ligera, floto, arropada por un manto de estrellas.